En su columna "¿Nos caen gordos los judíos?", Inocencio Arias confunde, lamentablemente, causa y efecto.
No son las acciones de Israel las que promueven el anti-semitismo en nuestro país. Este existe, y ha estado presente en España desde tiempo inmemorial... Sin necesidad de remontarse a la Inquisición, a las "conspiraciones judeomasónicas" o a oraciones católicas pre-conciliares, basta con reconocer el uso frecuente y sin rubor de expresiones como "perro judío" o "ser judío".
El fenómeno que el Sr. Arias menciona de que es precisamente un segmento de los estratos mejor formados de la población el que despliega estos comportamientos, tiene un razonamiento mucho menos barroco que el que el artículo nos presenta: el ataque de ciertos medios, academia, intelectuales y artistas a Israel es la excusa del moderno anti-semitismo, su consecuencia, y no su causa. Estas actitudes, por venir de quien vienen, se convierten en aceptables entre la mayoría de la población.
Una buena parte de la izquierda española, la misma que convive con la profunda contradicción de no denunciar el régimen castrista o la amenaza islamista, y de la mano de lo más rancio de la derecha, hace precisamente del conflicto árabe israelí una causa primordial , y encuentra en el ataque sistemático a la única democracia en esa región, Israel, y el apoyo a sus enemigos, una vía políticamente aceptable en que embozar sus prejuicios judeófobos, que no son históricamente nuevos.
En la posición diplomática que ocupa, podrá el Sr. Arias identificar, en el pais simultaneamente mas-antisemita y mas anti-americano de nuestro entorno, los paralelismos de estas conductas con el radical odio a los "yankees" de esos mismos grupos. La conclusión más obvia es que todo es resultado de un único móvil: el rechazo a los valores liberales y garantistas que representa Occidente (los Estados Unidos e Israel como ejemplo) y, por tanto, el auto-odio.
El Comité para la Monitorización del Racismo y la Xenofobia de la Unión Europea, acertadamente, ha identificado este problema, definiendo como antisemitismo, entre otros comportamientos, "negar al pueblo judío el derecho de autodeterminación, aplicar una doble moral exigiendo al Estado de Israel un comportamiento que no se espera y demanda de ningún otro Estado democrático, realizar comparaciones entre la política israelí actual y la de los nazis o responsabilizar colectivamente a los judíos por acciones del Estado de Israel". ¿Nos suena?
Natan Sharansky lo ha sistetizado con las tres des de la nueva judeofobia: la demonización del Estado de Israel (un ente unidimensional en su maldad, que concentra toda la culpa), su deslegitimización (el único estado que tiene que justificar su derecho a existir tras sesenta años, el único pueblo al que se niega el derecho a la autodeterminación) y el doble rasero (nosotros tenemos un par de vallas que nos separan de nuestros vecinos de Marruecos y no le vemos problema...).
Atentamente,
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