Señor Director,
Nunca creí que llegara el día en que me topara en El Mundo con una justificación del terrorismo como la que leo en el artículo de su corresponsal Mónica G Prieto ("Sobre secuestrados y capturados". Crónicas desde Oriente Próximo, del miércoles 15 de julio).
http://www.elmundo.es/elmundo/2009/07/15/orienteproximo/1247677121.html
No voy a entrar en un análisis pormenorizado del texto, repleto de malintencionadas inexactitudes, estereotipos y flagrantes mentiras. Sólo les ruego que lo lean ustedes mismos con detenimiento. Sólo eso.
Observará que el artículo parece calcar el lenguaje, la lógica y las trampas manipuladoras de los que suelen publicar medios como "Gara". El ejercicio es sencillo: sustituya "ETA", "presos vascos", "estado español" y otras expresiones típicas por sus equivalentes en el texto. Y considere igualmente el frío desprecio a las víctimas, siempre justificadas por otras supuestas "victimas", en un torticero ejercicio igualmente reconocible.
La Sra. Prieto no sólo se ha alineado sin pudor con una de las partes en el conflicto árabe-israelí (lo hace desde hace tiempo), se identifica con las posturas más extremistas de los movimientos islamistas que, entre otras cosas, consideran que sólo hay un litigio: el que enfrenta al Islam con el gran Satán occidental y su agente en la zona: Israel. Adopta, además, las teorías conspirativas que difunden el control sobre la información supuestamente ejercido por medios pro-israelíes.
En algún momento, y como en cualquier fanzine fascista, su corresponsal en Beirut equipara los fines y medios terroristas con las leyes que rigen el uso legítimo de la fuerza y la coerción en los estados de derecho ("dos países en guerra", "Shalit fue capturado en una operación militar"), y en ese febril cambalache mezcla y confunde víctimas con verdugos. Más allá, y sin más pruebas (la deontología profesional se la dejó un aula ya olvidada), se dedica a difundir bulos típicos de página web islamista o tabloide sensacionalista británico, sin contrastes ni cuarentenas. Ese es su modelo y estándar.
Acaba el libelo con el manido "disclaimer" de "no pretendo justificar los crímenes de ninguna de las partes" tras haber hecho exactamente eso durante dos páginas, sin ni siquiera comprender la diferencia entre un crimen y lo que no lo es. "Ni distinguir entre buenos y malos". Ese es, precisamente, el problema: que si la autora pasa de informar a opinar, también debe abandonar el relativismo moral. Debe saber distinguir.
La deriva de Mónica G. Prieto hacia posiciones anti-sistema, la falta de matices en sus gruesos brochazos ("la política de doble rasero que se aplica hacia los países musulmanes". De Mauritania a Indonesia. Totum revolutum) y el infantil alegato final sobre "la evolución que padece la prensa" y "en qué se está convirtiendo el periodismo" la acaban de descalificar como corresponsal de cualquier medio de calidad, en una zona donde la cabeza fría, el equilibrio y la madurez profesional de sus periodistas son tan importantes.
Atentamente
... pero ya lo escribió Marirrodriga mejor que yo:
http://israeltodos.blogspot.com/2009/06/shalit-un-problema-para-desinformar.html
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