En cincuenta y pico países de mayoría islámica habría muertes (muchas) por algo equivalente (o por muchísimo menos), kioskos quemados, periodistas perseguidos, ataques a empresas del país disculpas no aceptadas, gobiernos democráticos suplicantes, buenistas de la equidistancia moral haciendo llamamientos a la prohibición y a poner límites a la libertad de expresión para no ofender...
Básicamente, nadie habría tenido narices para publicar algo así sobre la mujer de Mahoma, ni en México, ni aquí, ni en EEUU.
Por aquí algunos se sentirán profundamente heridos (la sensibilidad es libre, como comprar las revistas), algunos incluso vociferarán o se manifestarán rezando el rosario (su derecho también, mientras respeten la libertad de los demás). Luego pasará, como pasa la vida, sin que nadie la pierda por un trozo de papel.
Me alegra vivir en un mundo occidental. Me disgusta que rebajemos nuestros duramente obtenidos standards de libertad ante violentos barbudos tercermundistas.
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