by Angel Mas
País de mierda
DAVID GISTAU
Dejó escrito Ortega que no existe mayor traición a la realidad que conceder valor absoluto a una perspectiva, impidiéndole la integración con otras que son negadas. Así, la invención de una realidad que encaje con un prejuicio no depende sino de la selección de planos. Israel es una selección de planos. Siempre adecuados a la perspectiva fóbica, al prejuicio. A menudo tan mendaces como aquel famoso del padre e hijo palestinos supuestamente abatidos por balas israelíes que se reveló una manipulación grosera sin que a nadie le importara demasiado. O tan militantes como lo fueron las crónicas de los periodistas españoles que se fueron a contar el aniversario de la fundación del país, no a los cafés, las playas o las guarderías amenazados de zambombazo, no a hospitales como el Ramban, donde Hervé Hachuel acaba de terminar un documental que ofrece una nueva perspectiva humana y mestiza del ensayo de la concordia, sino al muro defensivo, como si lo único reseñable del advenimiento de Israel fuera la Nakba.
Traicionado Israel con una sola perspectiva que no corrige la ignorancia, el ambiente se vuelve propicio al odio. Al automatismo de un odio antiguo, que está incluido en la genética europea, y que ahora cobra un aliento nuevo con la coartada del pensamiento de izquierdas. Que se ufana de exquisitez intelectual porque no se siente vinculado a los campos de exterminio sino que se justifica a sí mismo con la atención a la víctima oficial, ante la cual sólo puede haber verdugos que lo son incluso cuando regímenes intolerables les condenan a la muerte colectiva o cuando les revientan niños en un autobús: ese plano no sale.
Con tal eficacia ha sido completada la invención de la realidad, que hasta los vates del amor bizcochoso como Antonio Gala pueden dar un uso tendencioso al término Holocausto sin reparar siquiera en que necesitarían dos excursiones, una al Israel fuera de plano y otra a Auschwitz, para descubrir cuán honda es su miseria moral por más que esté autorizada por la corrección progre. Demasiado esfuerzo: más confortable es el prejuicio.
La mayor traición a la realidad es la perspectiva. Ha jugado a emplearla la Asociación de Solidaridad España-Israel con un vídeo parcial que retrata a España como no es, al menos no en su valor absoluto: ignorante, racista y violenta. Incluso los autores del vídeo saben que la visión es injusta. Pero de eso se trataba. De cabrearnos para agitar conciencias demasiado conformes con los retratos prêt-à-porter que agregan un cerco moral al físico. De demostrar que es posible inventar una realidad ajustada al prejuicio mediante una simple selección de imágenes.
Durante dos minutos, España ha sido una mentira del editor. Israel lo es siempre, sin que a nadie le importe demasiado porque no hay odio más placentero que aquél al que las coartadas intelectuales le eximen de culpa y vergüenza. Si hasta los poetas del amor se entregan a él.
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