Una conocida plumilla, amiga de todos nosotros, se adentra en el oscuro mundo del fanatismo religioso de los mullahs como una Heidi cualquiera, preguntándole a su abuelito, y a todos nosotros, qué sonidos son los que oye, por qué va en una nube, por qué es tan feliz y por qué huele el aire así.
Un artito más tarde. el Profesor Arcadi Espada le mete un revolcón inolvidable en forma de crítica a su bobería o mala fe, su incapacidad pre-Heráclica para el raciocinio, y sus mejores deseos para que el espíritu de la Ilustración la alcance en algún momento de su triste existencia.
Yo, de pura vergüenza, no habría salido de casa hasta el 2011 (no sé qué año será ese en el triste planeta de barbudos en que prefiere sobrevivir la intrépida reportera). Pero, para eso, hay que tener sentido del ridículo. Ella no tiene, ni eso, ni vergüenza, así que hoy nos hacía una nueva deposición, comentada aquí
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