Hay características de la progresía que, por aún mil veces repetidas, no dejan de fascinarme. Ayer mencioné una, referida al artículo de Millás sobre los osos polares, que se puede aplicar, tanto a todo el fenómeno de la calentología, como a todas las teorías rosseauianas del buen salvaje a que son tan afectos esos progres: la visión sentimental de cómo debe ser el mundo, que les lleva a manipular la realidad, malear (en su doble sentido) los datos empíricos, distorsionar, confundir y caer en la pseudociencia, cuando no en la superstición y el vudú... en último término, rebelarse contra el objetivismo y la ciencia y retrotaerse a la pre-ilustración en pueril pataleta cuando los hechos no demuestran su pre-concebida visión del mundo.
Otro comportamiento repetido y predecible es el que la rabieta, la coz, cuando la mayoría libre decide comportarse de modo diferente a lo que su superior dictado considera conveniente. Así, descalificarán, si hace falta, a partes enormes de la población, las excomulgarán negándoles su sello de kosher demócrata-de-toda-la vida, expulsándola del espacio de convivencia común. Y todo ello, apoyado en un doble rasero aplicado con tan grosero cinismo, que resulta obvio que ellos mismos no pasarían el corte de su propio criterio. Eso, cuando no inventaron ellos mismos los comportamientos que ahora critican. Sólo hay que escuchar los sermones de Gabilondo, o la típica crítica del legítimo afán de lucro de un socialdemócrata que estará dispuesto a matar por una prebenda adicional...
Adjunto tres ejemplos sangrantes. Tildar de sectario al otro (probablemente cierto) por replicar comportamientos propios es simplemente patético. Pero quejarse de prácticas de abuso de la concesión administrativa por parte de gobiernos (también probablemente ciertas) cuando un cierto grupo funda toda su existencia en esas mismas concesiones, las primeras otorgadas bajo regímenes no democráticos y después emboscados excepcionalidades legales y opacas decisiones extraordinarias de gobiernos amigos, eso es un chiste. Y mandar a correveidiles a ponerse de ejemplo en un medio propio ya da pudor y vergüenza.
Uno
Dos
Tres
No quería quedarme con las ganas de decirlo
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